martes, 17 de diciembre de 2013

REALIZANDO MI SUEÑO MISIONERO


María en el jardín de la casa de las hermanas en Fiori

Me llamo María Cano, nací en Oviedo (Asturias) hace 46 años. Estoy divorciada 
y tengo dos hijas: Raquel de 27 años y Alba de 19. Yo,de pequeña siempre dije que me gustaría ser misionera y dededicarme a los demás, pero la vida me llevó por otros derroteros. Fui voluntaria de Cruz Roja, con disminuidos psíquicos. También colaboré en asociaciones para la lucha contra la drogadicción. 

A mis 46 años, con mis hijas mayores, sentí el deseo de poder hacer algo por los demás, algo que diese un poco de sentido a mi vida acomodada, sin saber muy bien hacia dónde dirigirla, en éste ecuador de mi edad.

Contacté con el Padre Manuel Rodriguez que lleva aquí en Perú unos 26 años, es carismático y posee un canal de televisión por el cual emite misas de sanación, a muchos lugares del mundo. Él me puso en contacto, con las hermanas de la Compañía Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús,concretamente con la Superiora General, la hermana María Amparo, Zaragoza, a la que fui a visitar en la sede que tienen en Madrid. Quizás, yo lo veía todo un poco bucólico, una temporada en Perú, en la selva amazónica, pero la madre María Amparo, me pintó las cosas difíciles, realmente como son.
Un atardecer en Santa María de Nieva, en el Río Nieva,  con una luna maravillosa.

Yo llegué de aquel viaje a Madrid, llorando, con una gran crisis, sin saber muy bien si decidirme ó no. Mi madre,que es la que más me animaba, aparte de mis hijas, me dijo que no dudase, que en ésta vida, hay que arriesgar, que sólo nos arrepentimos de lo que podríamos haber hecho y no hicimos.

Visitando el claustro de la Iglesia de los Dominicos en Lima
El 10 de octubre, volé para Lima, después de hablar varias veces con la hermana Meche, que fue con la que ultimé los detalles de mi viaje. Allí estaba ella esperándome en el aeropuerto a las seis de la mañana. Con ella, me vine a la casa que tienen en Fiori (Lima), donde estaban también las hermanas Juliana María, Josefa y María Dolores. Desde el primer momento me hicieron sentirme como una más, integrándome rápidamente al ritmo de aquí, con sus días que amanece muy pronto y oscurece también rápido. Rezaba con ellas, ayudaba en las tareas…
Mujer awajum en Santa María de Nieva en un concurso de cantos.


Al día siguiente conocí a las hermanas de Palao (otra casa que tienen),donde se alojan las hermanas más mayores y enfermas que ya no pueden ir a la misión y gocé mucho de descubrir la alegría que todas me transmitieron.

Salí a conocer Lima con la hermana Olinda, visitamos museos, iglesias, conocí Miraflores, Larcomar, Barranco… Se preocupó en mostrarme todos los lugares, contarme la historia de Perú, que todo me gustó mucho.
María con María Luisa, María Jesús, Nuria, Herminia y Carmen en Santa María de Nieva 
El día 16 de octubre, salimos la hermana Carmen Molina y yo para Santa María Nieva. Un viaje maratoniano en bus de 16 horas, hasta Jaén, conociendo la costa y cruzando la sierra, dónde descansamos en la casa del Vicariato de San Francisco Javier del Marañón. Luego, conocí a Miriam, una laica muy amiga y colaboradora de las hermanas, que nos invitó a cenar. Al día siguiente, madrugón para coger otro carro que nos llevaría Nieva, por la carretera de penetración a la selva. Sobre las 12 del mediodía, llegamos a Santa María de Nieva, donde nos esperaban las hermanas Herminia, Charo y Maria Luisa y que me acogieron con el mismo cariño que en Lima.

Lo peor fue cuando ví mi habitación, que ellas me cedieron con todo el cariño del mundo, al ser la más independiente de la casa. Yo, con lo miedosa  que soy, que veo una araña y me pongo loca, pensé que no iba a  poder dormir allí. Fumigué con un insecticida y allí me instalé, con todos mis miedos, que se me fueron pasando y estuve muy bien.
Niñas en la  biblioteca de Santa María de Nieva.

Esa noche conocí a María Jesús Laorden, una maestra laica española, vecina de las hermanas y una más dedicada a los más necesitados. A los pocos días,y o ya me había integrado, aunque el calor y la humedad, me limitaban mucho.

Colaboraba con la hermana María Luisa, en la biblioteca, dónde ayudábamos a los niños en las tareas escolares. A mí me llamaban hermanita, aunque yo les explicaba que yo tenía hijas, y que no era hermana. También dábamos clases de cocina a las mujeres, allí en su mayoría son awarunas aunque hay alguna mestiza. 
Mujeres en el taller de costura 


Durante un tiempo, estuve ayudando a María Jesús, que a modo 
Niños tomando su desayuno
voluntario y con la colaboración económica de una amiga suya española daba  de desayunar a unos 36 niños, que viven solos ó caminan una hora y media, para poder estudiar la secundaria, ya que en sus comunidades no disponen de colegios para poder cursar estos estudios. Quizás fue lo que más me
impresionó, esa decisión de esos niños de 12 años de vivir solos, sin luz, agua, sin comida, pasando miedo y todo eso lo superan para poder estudiar.

Estuve mes y medio en Santa María de Nieva, conociendo esa realidad tan diferente a lo que estaba acostumbrada. Donde todo el mundo me trató con un cariño que no olvidaré, me pedían que no me fuese, otra niña me
pedía que me la llevase a España a estudiar. Luzmila, alumna de las hermanas y  es presidenta de una asociación de artesanía, quería que me llevase a España el trabajo de collares, pulseras, pendientes, para yo venderlos allí, cómo si me conociese de toda la vida y por su cabeza no pasase la desconfianza. Me ha chocado que allí en principio la gente es muy confiada, te
abren su casa, su corazón. 
Capilla de las hermanas en Santa María de Nieva, dónde rezabamos cada día.
Sólo puedo decir que me llevo un gran recuerdo de la gente de Perú en general,y de las hermanas en particular. Espero poder devolverles éste gran favor que me han hecho, pudiendo realizar mi sueño misionero.

Un fuerte abrazo a todos:

María Cano

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