lunes, 17 de noviembre de 2014

25 AÑOS DEL ASESINATO DE LOS MÁRTIRES DE LA UCA


El teólogo, compañero de los mártires, homenajea a los jesuitas masacrados en la UCA
Jon Sobrino: "Se trata de ganar o perder la vida, como dice Jesús. Y de estar dispuestos a pagar el precio"
"Pueblo crucificado, necesidad de liberación, camino de la pobreza"



           Los mártires generan esperanza. Miles de campesinos pobres, con familiares muertos, se juntan la víspera del 16 de noviembre en la UCA para celebrar unos con otros, rezar y cantar

(Jon Sobrino, en Reflexión y Liberación).- Comenzamos con los seis jesuitas. Después de Medellín, 1968, y tocados por el sufrimiento del pueblo se convirtieron. Aceptaron que ser jesuita es luchar, no sólo trabajar. Luchar por la fe, y más sorprendente aún, luchar por la justicia. Así lo exigía la realidad y así lo dijo la CG XXXII (D 2. 2). Su muerte confirmó lo que la misma congregación había previsto lúcidamente: "No trabajaremos en la promoción de la justicia sin que paguemos un precio" (D 4. 46).
Los mártires de la UCA lo hicieron cada uno según sus talentos, y es bueno recordarlo para que todos nos podamos sentir cuestionados y animados. Permítanme detallarlo mínimamente.
Ellacuría, 59 años, filósofo y teólogo, rector. Repensó la universidad desde y para los pueblos crucificados. Puso todo su peso para combatir la opresión y represión, y para conseguir una paz negociada.
Segundo Montes, 56 años, sociólogo, fundador del Instituto de Derechos Humanos. Se concentró en el drama de los refugiados dentro del país y sobre todo de los que tenían que abandonarlo, los emigrantes, que entonces huían de la represión violenta y ahora del hambre y la falta de trabajo. Los visitaba en los campos de refugiados en Honduras.
Ignacio Martín-Baró, 44 años, psicólogo social, pionero de la psicología de la liberación, fundador del Instituto de Opinión Pública de la UCA para facilitar que se conociese la verdad y dificultar que ésta quedara oprimida por la injusticia. Cada fin de semana visitaba comunidades suburbanas y campesinas con las que celebraba la eucaristía.
Juan Ramón Moreno, 56 años, profesor de teología, maestro de novicios y maestro del espíritu, acompañante de comunidades religiosas. En Nicaragua participó en la campaña de alfabetización. Amando López, 53 años, profesor de teología, antiguo rector del seminario de San Salvador y de la UCA de Managua. En ambos países defendió a perseguidos por regímenes criminales, a veces escondiéndolos en su propia habitación.
Por último Joaquín López y López, 71 años, el único salvadoreño de nacimiento, hombre sencillo y de talante popular. Trabajó en el colegio y fue el primer secretario de la UCA en 1965. Después fundó Fe y Alegría, institución de escuelas populares para los más pobres.
    
Fueron muy distintos, pero todos ellos fueron seguidores de Jesús y jesuitas. Es lo que nos dejan. En ellos podemos mirarnos para saber lo que debemos ser y hacer. Digamos una palabra sobre lo que fue más suyo.
Seguidores de Jesús. Reprodujeron en forma real, no intencional o devocionalmente, la vida de Jesús Su mirada se dirigió a los pobres reales, aquellos que viven y mueren sometidos a la opresión del hambre, la injusticia, el desprecio, y a la represión de torturas, desaparecimientos, asesinatos, muchas veces con gran crueldad. Y se movieron a compasión. "Hicieron milagros", poniendo ciencia, talentos, tiempo y descanso, al servicio de la verdad y de la justicia. Y "expulsaron demonios".
Ciertamente lucharon contra los demonios de fuera, los opresores, oligarcas, gobiernos, fuerza armada, y de ellos defendieron a los pobres. No les faltaron modelos, Rutilio Grande y Monseñor Romero. Y fueron fieles hasta el final, en medio de bombas y amenazas, con misericordia consecuente. Murieron como Jesús, y han engrosado una nube de testigos, cristianos, religiosos, también agnósticos, que han dado su vida por la justicia. Estos son los "mártires jesuánicos", referente esencial para los cristianos y para cualquiera que quiera vivir humana y decentemente en nuestro mundo. Su bautismo fue de Espíritu de sangre y siguieron a Jesús.
Con el espíritu de san Ignacio. En este punto me voy a detener un poco más pues hoy se habla mucho de espiritualidad ignaciana. Creo que nos pueden ayudar a historizar a san Ignacio ciertamente en el tercer mundo y a hacerlo útil para comprender mejor a Jesús.
El otro Ignacio, Ellacuría, hizo una relectura de los Ejercicios desde la realidad del tercer mundo. Tres puntos me parecen fundamentales, y pueden fungir como presupuestos ignacianos de la opción por los pobres y la lucha por la justicia.
  
            




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