viernes, 29 de mayo de 2015

HISTORIAS DE HAITÍ

 Una historia que sucedió hace varios años en Bombard, Diócesis de Port de Paix, Haití.


Este podría ser Gog dentro de unos años, por su sonrisa y la paz que emana de él.
Hoy quiero escribir sobre un joven, Gog (George), que llegó desde ninguna parte a nuestro pequeño pueblo de Bombardópolis, en el noroeste de Haití.

La historia la he recordado al leer un texto que aparece en Pastoral S.JMe ha recordado lo que vivimos, tanto nosotras, la comunidad de misioneras religiosas que vivíamos allá en ese tiempo, como la propia gente del pueblo.

Un día apareció por Bombard un joven. No sabía decir de dónde venía ni qué quería. Simplemente apareció y se quedó en un lugar resguardado (relativamente) donde se pone el mercado los jueves, en la plaza del pueblo y frente a la iglesia.

El joven, al principio, no hablaba y se notaba que tenía una deficiencia psíquica. Nos dimos cuenta de que la propia gente del pueblo estaba respondiendo y no dejaban que pasara hambre. Así que, nos mantuvimos un poco al margen, dejando que fueran ellos mismos los que le atendieran.

Pasados los primeros días –creemos que tuvo algún ataque de epilepsia o algo que le mantenía como muy ido-, se fue recuperando y siempre que te acercabas a él te encontrabas con una sonrisa. Respondía a cómo se llamaba: “Gog” y no sabía nada más, ni de dónde era, nada, pero cuando le ofrecías comida te devolvía una sonrisa y buscaba un leve contacto, rozar tu mano, poco, pero una señal de agradecimiento.

Por supuesto, nos fue robando el corazón a todos.

No sé si sabrán, pero las Eucaristías en Haití son una fiesta, se canta, son alegres. Cuando había celebración, Gog se acercaba, no se atrevía a entrar, pero se quedaba en la puerta y bailaba. Veíamos al cura sonreir desde el altar y sabíamos que Gog estaba en la puerta bailando. Poco a poco fue entrando más y haciéndose a la gente. Le gustaba mucho bailar. En seguida le tomaron afecto, todos los del pueblo.
Un día tuvo una crisis, parecía un ataque de epilepsia. Se lastimó mucho, se auto lesionó y quedó bastante mal parado. Llegó el dilema: ¿qué hacemos con él? Pero el padre, haitiano, nos decía que por cultura, no podíamos hacernos cargo de él, porque si alguna vez aparecían sus padres, no lo volverían a recibir, entre otras muchas cosas…
Nos las ingeniamos para poderle atender y curarle. Pero la inquietud estaba ahí: ¿qué hacer con Gog?

La respuesta llegó sola. Tuvimos que ausentarnos unos días de Bombard y al regresar, Gog había desaparecido. Preguntamos a la gente y nos dijeron que su madre había venido a buscarlo…Los jueves hay mercado en Bombard. Llega gente de todas partes, vienen caminando o con sus burrik/burrito (la mayoría) y se van pasando la voz. A la mujer se le perdió Gog, porque no podía estar pendiente de él todo el tiempo, y en una de aquellas, se fue caminando y se perdió, y llegó hasta Bombard (varias horas de camino, 4 en coche desde su casa). Ella fue preguntando hasta que averiguó dónde estaba y pudo venir a buscarlo. Su madre lo quería. Todos en Bombard aprendimos a quererlo.

Recuerdo su sonrisa, su amabilidad, su ingenuidad.
Por todos los Gog del mundo que son capaces de cambiar nuestro corazón con su presencia llena de Presencia.

Gracias Gog.

Familia de Bombard junto a un algibe, proyectos de construcción de pozos recolectores de agua de lluvia.





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