viernes, 31 de julio de 2015

SAN IGNACIO DE LOYOLA



               ¿qué camino estamos haciendo?



El 31 de julio arranca el primer Año Jubilar del Camino Ignaciano (www.caminoignaciano.org) que se prolongará hasta la festividad de San Ignacio del año siguiente. Los actos de apertura del Año Jubilar se celebran en Manresa el día 31 de julio, Solemnidad de San Ignacio, y en Loyola el 1 de agosto, con la celebración tradicional de la festividad del santo patrón.

El Camino Ignaciano es una propuesta de peregrinación que rememora el itinerario que Ignacio de Loyola recorrió en 1522 desde la casa torre de su familia en Loyola hasta el Manresa para viajar a Tierra Santa como peregrino. El Año Jubilar ignaciano se celebra con el objetivo de potenciar el Camino Ignaciano como instrumento de encuentro con Dios y de crecimiento personal y con la vista puesta en el 500 aniversario de la conversión de Iñigo de Loyola y su peregrinación a Manresa, que se conmemorará con un segundo Año Jubilar entre el 31 de julio de 2021 y 2022. De alguna manera, en 2015-2016 nos inauguramos como Camino Ignaciano de peregrinación y celebramos el jubileo para empezar con buen pie el camino temporal que nos ha de llevar a la gran celebración, dentro de seis años, de los 500 años de la conversión de Ignacio y su propia peregrinación desde Loyola hasta Manresa.

Ignacio quería como apodo para sí mismo el de “Peregrino”. “El Peregrino” se refiere a que venimos de Dios y vamos a Dios. Movidos por el espíritu, siempre estamos en camino.
         
 ¿qué camino estamos haciendo?

Sobre el camino hacia Dios, Ignacio de Loyola peregrina en oración, en las encrucijadas de la vida, para discernir cuál de los buenos caminos es el mejor para el encuentro con Dios en los hermanos.
El mapa de peregrino de Ignacio de Loyola es el Evangelio de Jesús y la brújula interior es la alegría del Evangelio en su corazón desde que se encontró con Jesús leyendo la vida de Cristo y de los santos. La consolación interior por tanto amor y misericordia de Dios. 
Dejarse conquistar por Cristo significa tender siempre hacia aquello que tenemos de frente, hacia la meta de Cristo (cf. Flp 3, 14) y preguntarse con verdad y sinceridad: 

¿Qué he hecho por Cristo? 
¿Qué hago por Cristo? 
¿Qué debo hacer por Cristo? (cf. EE, 53).

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