lunes, 7 de noviembre de 2016

NUESTRA HNA. LEYDI CUÉLLAR NOS RELATA SU EXPERIENCIA EN HAITÍ Y EL PASO DE MATHEW POR ESTE PAÍS

Leydi Cuéllar,hermana de  la COMPAÑÍA MISIONERA del SAGRADO CORAZÓN de JESÚS, que lleva todo este año en Haití, nos comparte algunas de sus experiencias por este país y cómo vivió el paso del último huracán, Mateo.

Con los niños de la escuelita



En esta ocasión yo quiero compartir mi  experiencia con la región del sur de Haití.  El mes pasado organizamos un encuentro con varias parroquias de la zona y lo hicimos con el párroco de la parroquia de Chambellan los días 24y 25 de Septiembre.  Mientras íbamos de camino para el pueblo, que esta como a unas nueve horas en carro, yo estaba maravillada de los paisajes tan bonitos y tan verdes de la zona: los árboles frutales, las palmeras a lo largo de las playas, los cultivos de plátanos, arroz, maíz  y caña de azúcar entre otros, el poder ver pescado fresco y ríos de aguas cristalinas me dejaban  cada vez más asombrada, no porque no conociera algo parecido sino porque lo estaba viendo en Haití y no recuerdo cuántas veces repetí lo que me había dicho un joven Haitiano cuando llegue a este país (la belleza de Haití no está en su capital). Y yo lo constaté viendo cómo el sur se estaba convirtiendo en la despensa del país, con su agricultura que se iba desarrollando poco a poco, la región que más estaba progresando, tanto así que la gente estaba muy contenta con los trabajos que estaban realizando. En las carreteras algunos  decían que ahora ya se podía llegar a todos los pueblos sin grandes dificultades.


Sembrando, reforestando. Enseñarles a amar la naturaleza y su país, es importante, desde bien pequeños.
Ocho días más tarde toda esa situación de la región del sur ya había cambiado completamente, el paisaje era desolador, nada que ver con lo que ya había registrado en mis pupilas: los ríos de aguas cristalinas y el inmenso mar azul tenían otra imagen, los diferentes verdes de la naturaleza y de las bellas palmeras, todo había cambiado convirtiéndose en un paisaje desolador causado por las ráfagas de viento y el agua que trajo consigo el huracán Mateo. Todo quedo en tinieblas: los postes de la red eléctrica todos por tierra igual que los de las telecomunicaciones, puentes rotos, casas en ruinas, personas muertas, otras desaparecidas y muchos heridos, todos los cultivos se los llevó la fuerza del agua, también los animales.  Ante toda esta situación tan caótica y las imágenes que continúan circulando a través de los medios de comunicación yo siento impotencia y una inmensa tristeza. Hasta ahora sigo intentando comunicarme con algunos de los jóvenes con los que estuvimos  en contacto y no he podido hablar con todos.

Por otra parte, aquí en Haití estoy trabajando con los niños en una escuelita que está en un barrio bastante marginado de la zona, esta vez en Puerto Príncipe, el cual se creó después del terremoto.  Allí tengo la posibilidad de trabajar con niños que tienen diferentes tipos de minusvalías, unos con dificultades físicas, otros del habla y la mayoría psíquicas. Cada día vamos intentando hacer con ellos algunas actividades en la medida de sus posibilidades, además yo hago también de representante de la directora, la hna. Gloria,  ella trabaja más tiempo en la otra sede que tiene el colegio en donde está la dirección.  Ahora con lo del huracán han resultado muchas familias afectadas y entre esas las de los profesores. Estamos haciendo con los niños una recogida de alimentos no perecederos y cosas de limpieza para colaborar con algo a las familias de los profesores. Ya sabemos que los niños no tienen mucho en sus casas ya que viven en un barrio muy pobre, pero al hacer que vean las necesidades de los otros, todos colaboran en la medida de lo posible. Esta es una de las muchas cosas hermosas de Haití.

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