Teresita Pijoan |
« Levántate toma tu
camilla y anda » dice Jesús al paralítico…. Estas son las palabras que
escucharon un día Tocca , Jackeline y Dyna cuando se encontraron, hace
unos años, con las hermanas de la Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús de Baktchoro. (Chad). Estas tres niñas discapacitadas vivían abandonadas a su suerte en sus pueblos
sin posibilidad de ir a la escuela, como los otros niños de su edad, porque no
podían andar.
En un primer momento se
pusieron físicamente de pie. Hace unos años, fueron operadas en el hospital de
Mundou por un grupo de médicos franceses y españoles que cada año dedican parte
de su tiempo de descanso a ayudar a este
hospital en el Chad. Gracias a
las sesiones de fisioterapia y a
unos aparatos ortopédicos
adecuados, pueden caminar y desplazarse
libremente sin depender de otros…
Este final de curso Tocca, Jackeline y Dyna han terminado su ciclo de
formación; regresan orgullosas a sus pueblos caminando con la ayuda de
sus aparatos ortopédicos con un oficio aprendido, una máquina de coser y algo de material que el Centro les proporciona con el fin de tener un medio de vida que les permita una autonomía económica respecto a sus familias. En estos años han ido recuperando la dignidad que su discapacidad les había robado en su niñez.
sus aparatos ortopédicos con un oficio aprendido, una máquina de coser y algo de material que el Centro les proporciona con el fin de tener un medio de vida que les permita una autonomía económica respecto a sus familias. En estos años han ido recuperando la dignidad que su discapacidad les había robado en su niñez.
En el Centro de
Discapacitados de Batkchoro otras 15 jóvenes continuarán su formación el
próximo curso, tienen entre 15 y 25 años. Algunas van a empezarla y hay otros
casos pendientes de tratamiento médico...
todas ellas oyeron la misma voz “levántate...” y creyeron que era
posible.
« Levántate, toma tu camilla y vete a tu
casa… » dice Jesús al paralítico. Este es el objetivo del Centro: que vuelvan a
sus casas con su familia, pero ya no postradas y víctimas de su hándicap,
sino llevando su camilla, es decir, asumiendo su realidad
y venciendo los frenos que ésta implica.
Ellas necesitan mucha
paciencia para aceptar de fondo y vencer su hándicap, necesitan creer que
pueden hacerlo, creer en sus valores, confiar en las personas que les ayudan…
Nosotras que les
acompañamos necesitamos también la misma fe y paciencia para ir descubriendo
con ellas las posibilidades que cada una tiene para crecer y desarrollarse como
personas, de caminar a un ritmo que nos parece poco eficaz. Y la humildad de
aceptar, a veces, lesiones irrecuperables y dificultades en la re inserción...
Regresan a sus casas pero
ya no son las mismas de antes, algo ha cambiado en ellas. Además, como se ha
hecho un camino con sus familias, la mayoría de ellas las acogen con otras
actitudes. En sus pueblos de origen ellas
son fermento de un cambio de mentalidad
porque demuestran a su sociedad que tienen valor y existen medios para
superar la discapacidad.
Damos gracias a Dios por
los milagros que hace en cada una de estas jóvenes y por la oportunidad que nos
da de ser a la vez testigos y mediación para que esto acontezca.Teresita
Pijoan
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