Cañón de Antelope, Arizona
" Estando hoy suplicando a nuestro Señor hablase por mi, porque yo no atinaba a cosa que decir ni cómo comenzar a cumplir esta obediencia, se me ofreció lo que ahora diré, para comenzar con algún fundamento: que es considerar nuestra alma como un castillo todo de un diamante o muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos, así como en el cielo hay muchas moradas."
(Sta. Teresa de Jesús, Las Moradas)
El Evangelio de hoy, Mt 9, 18-26, narra dos historias entrelazadas en las que Jesús interactúa. La niña muerta y la fe de su padre. La mujer muerta en vida y su fe en Jesús.
Y Jesús que se mete por la grieta del dolor de la mujer, entrando y llenándolo de luz, iluminando su hermosura.
Y Jesús, que entra en la noche, en la muerte de la niña, iluminando su oscuridad y devolviéndola a la vida.
Por la hendidura de la roca, una pequeña grieta por la que pasa un rayo de sol y es capaz de iluminar un interior que se descubre hermoso.
Te metes por mis grietas, Señor, iluminando mi oscuridad. Mis grietas son mi dolor, la herida, pero Tú entras a través de la herida, la sanas e iluminas dentro.
Un pequeño hueco, la luz y un interior tan hermoso. Tu Presencia lo llena todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario