domingo, 27 de abril de 2014

¡ABRAMOS NUESTRO CORAZÓN A LA REALIDAD DE LOS MÁS MARGINADOS!

Los niños indígenas siguen muriendo de hambre y de desnutrición crónica


 En Colombia, el fenómeno de la desnutrición crónica es endémica. En todo el país lo sufre el 12% de los niños, mientras que los pequeños indígenas de entre 0 y 6 años de edad que se ven afectados son el 70%, es decir 557.000. Privados de agua potable y de cualquier tipo de atención sanitaria la población indígena no tiene derechos humanos y muere de hambre.
Según la información recabada por la Agencia Fides, las estadísticas del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), mostraronque por cada mil niños indígenas de entre 0 y 6 años, 250 mueren por año, más que en Somalia. UNICEF ha informado de que en 2010 en el Departamento de Chocó sufrían de desnutrición crónica, el 73 % de los niños indígenas del mismo grupo de edad.

En la Guajira la cifra es tres veces más alta que la tasa nacional y va en aumento. La muerte de 166 niños Wayuu entre 2008 y 2013 (véase Fides 20/02/2014), y la situación de desnutrición en 4000 niños indígenas de la Guajira, hacen cada vez más urgentes el atender las necesidades básicas de los niños y niñas en Colombia, especialmente los indígenas. (AP)

Esperamos que nuestras hermanas de la Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús, que trabajan en esta zona del Departamento del Chocó, nos comenten su trabajo y la realidad que viven.

¡DESDE HOY, TENEMOS DOS NUEVOS SANTOS EN LA IGLESIA CATÓLICA!

Posted: 26 Apr 2014 02:30 PM PDT
El domingo 27 de abril, segundo domingo de Pascua, festividad de la Divina Misericordia, la Iglesia católica, y con ella la humanidad, vivirá un acontecimiento extraordinario y, al menos desde hace muchos siglos, inédito.

En efecto, un Papa, en este caso Francisco –y, al menos, desde la cercana distancia el emérito Benedicto XVI- canonizará a dos recientes y magníficos antecesores suyos: Juan XXIII (1881-1963)y Juan Pablo II (1920-2005).

Los cincuenta años que distan desde la muerte primero –Juan Pablo II murió en 2005- y la canonización es todo un signo de presencia y de don de Dios en medio de una de las complejas singladuras de la Iglesia en su historia dos veces milenaria.

Con Juan XXIII y Juan Pablo II en los altares como santos,  se volverá a poner de manifiesto, además, el privilegio y la gracia con la que Dios ha guiado y guía a su Iglesia en el último siglo y medio. De los once últimos pontífices, tres serán ya santos: Pío X y el 27 de abril, Juan XXIII y Juan Pablo II; otro, Pío IX, beato; dos, Pío XII y Pablo VI, venerables –esto es, reconocidas la heroicidad de sus virtudes y vida cristiana, y quizás, en los próximos meses, el Papa Montini, ya beato- y en espera, pues, de la aprobación de un milagro atribuido a su intercesión para ser declarados beatos; otro, Juan Pablo I, siervo de Dios; y los otros tres, León XIII, Benedicto XV y Pío XI, también espléndidos y providenciales pastores.  Con esta luminosa y virtuosa pléyade de Pontífices de la Iglesia católica se verifica, una vez más, la promesa de Jesucristo, el “yo estaré siempre con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.

De los 264 Papas fallecidos hasta la fecha, 80 han sido reconocidos Santos oficialmente. Son Santos los 35 primeros Pontífices, desde San Pedro a San Julio I (337-352). Después hay otro grupo de 13 Papas Santos entre San Dámaso I (366-384) y San Gelasio I (492-496). Los últimos cinco Papas canonizados son: San Celestino V (1294, canonizado en 1313), San Pío V (1566-1572, canonizado en 1712), San Pío X (1903-1914, canonizado en 1954) y, a partir del 27 de abril de 2014, San Juan XXIII (1958-1963) y San Juan Pablo II (1978-2005).

Emblema del buen cura, presbítero y después nuncio y obispo que amaba a cada uno de sus fieles, piadoso, manso, bondadoso humilde, preocupado por los pobres, creyente que se dejaba guiar por el Espíritu Santo… Así definía recientemente Francisco a Juan XXIIII. “El gran misionero de la Iglesia,  un hombre –Francisco habla ahora de Juan Pablo II- que llevó el evangelio  a todos los lugares… Sentía ese fuego de llevar la Palabra del Señor. Es un Vicente de Paul, es un San Pablo…”. “Y hacer la ceremonia de canonización con los dos juntos, creo que es un mensaje a la Iglesia: estos dos son buenos, son buenos, son dos buenos”, apostilla –y ya, al menos por  ahora todo queda dicho- el actual Pontífice.

Juan XXIII: el Papa bueno

Fue el Papa del cambio, el Papa Concilio Vaticano II. Pero Angelo Giuseppe Roncalli, sobre todo, fue el Papa bueno. Pocas veces una definición se ajusta tanto a la realidad. Y si, además, la definición es sencilla y facilísima inteligible, mejor todavía. Su legado, como afirmó de él Pablo VI, no cabe en su sepultura. Ha sido una de las personas más queridas y admiradas de las últimas décadas. Su figura, tan sencilla, tan humana, tan cristiana, sigue vigente e interpeladora, a pesar de los años. Más aún, según pasan los años, como acontece con los buenos vinos, su figura es todavía más atrayente.

¿Por qué? ¿Cuál fue su secreto? Vivir, buscar y testimoniar siempre la voluntad de Dios. El mismo lo dijo: “Este es el misterio de vida. No busquéis otra explicación. He repetido siempre la frase de San Gregorio Nacianceno: Tu voluntad, Oh Señor, es nuestra paz. Este mismo pensamiento, en estas otras palabras, me hicieron siempre buena compañía: Obediencia y paz”, tal y como se lo había enseñado en sus años de infancia y adolescencia un sacerdote: “Obedece siempre, con sencillez y bondad, y deja hacer al Señor”.

Así se explica su fecunda vida, de más de 81 años. Así se explica su prolijo y variado ministerio sacerdotal y episcopal. Así se explican sus cuatro años y medio de pontificado. Así se explica que los búlgaros, en los once años que fue delegado papal en este país, le llamaran buen padre. Así se explica, como quedó dicho al comienzo, que los fieles de todo el mundo y de distintas culturas y religiones le llamaran y le sigan llamando el Papa Bueno.

Así se explica que, 132 años después de su nacimiento y otros 51 años después de su muerte, siga siendo un personaje de actualidad. Qué se lo pregunten sino a los cientos y miles de personas que día a día acuden a su tumba en la basílica de San Pedro de Roma. Que se lo pregunta al Papa Francisco, que según testimonio de Loris Capovilla, el custodio de la memoria de Juan XXIII y de su legado, el neocardenal, pensó en llamarse, al calzar las sandalias del Pescador –sandalias también del Papa Juan-, Juan XXIV.

Vivir la voluntad de Dios, en obediencia y en paz, siempre alegres y activas, es descubrir la auténtica sabiduría de Dios, que escribe rectos con renglones torcidos y cuyo caminos, aunque no son nuestros caminos, están siempre rezumando amor y plenitud.

Juan Pablo II: el Papa grande

Karol Jozef Wojtyla nació en Wadowice (Polonia) el 20 de mayo de 1920. Con tanto solo 20 años, y ya muertos sus padres y su único hermano y Polonia invadida por el ejército nazi, Karol, que prometía ser actor y escritor, al enfrentarse a la realidad del mal, descubre que solo el amor de Jesucristo es la clave de la felicidad que anhela el corazón del hombre. Ingresa en el seminario de Cracovia, estudia en Roma y es ordenado sacerdote el 1 de noviembre de 1946.

La universidad  y los jóvenes fueron los principales ámbitos de los doce años de su ministerio como sacerdote. Su patria polaca se enfrentaba entonces a otro de los grandes males del siglo XX: el comunismo. Karol Wojtyla es obispo auxiliar de Cracovia de 1958 a 1962 y arzobispo metropolitano de esta misma sede durante 16 años. Cardenal desde 1967, el 16 de octubre de 1978 es elegido Papa con el nombre de Juan Pablo II. Durante más de veintiséis inolvidables años, desarrolla un admirable ministerio petrino. Fallece, tras ser visitado durante años por la cruz, el 2 de abril de 2005. Fue beatificado el 1 de mayo de 2011.

Las dos claves, dos pilares, dos focos que iluminan, explican y definen la figura y el pontificado de Juan Pablo II, y que nos marcan los caminos para vivir en plenitud nuestra vocación cristiana. Estas claves no son otras que Jesucristo y el hombre, palabras emblemáticas que figuran en el título de su primera encíclica, Redemptor hominis, palabras programáticas que aparecen ya en su primer mensaje a la Iglesia y al mundo en la misma tarde de su elección:”¡No tengáis miedo -nos dijo en aquella tarde memorable-. Abrid las puertas a Jesucristo. Sólo Él puede salvar al hombre!”.

Jesucristo fue su razón de ser, la clave de bóveda de su existencia. Su amor apasionado a Jesucristo, cultivado en la oración, en la intimidad y en la unión con Él, fue el venero fecundo de toda su vida y actividad. Quienes tuvimos el privilegio de contemplar al Papa rezando muy de mañana en su capilla privada, pudimos comprobar con emoción su capacidad de interioridad, su capacidad para abstraerse, abandonarse y centrarse sólo en Dios, conscientes de que estábamos contemplando la oración de un santo. En el amor apasionado a Jesucristo, en su vida interior, en su experiencia de Dios, sustentó Juan Pablo II la fe profunda que se ha traslucía en sus palabras y en sus gestos.

En su amor ardiente a Jesucristo sustentó Juan Pablo II su fuerza interior y la entrega agónica de su vida. Su servicio apasionado al Evangelio y a la Iglesia se convirtió en los compases finales de su vida en la catequesis más persuasiva y convincente sobre cómo debe ser la oblación sin límites de nuestra propia vida al servicio de lo que creemos, amamos y esperamos. Juan Pablo II se entregó a su tarea como el Buen Pastor a pesar de las enfermedades que le acompañaron de manera permanente durante todo su ministerio desde el atentado del 13 de mayo de 1981. A todos nos ha sobrecogido su imagen doblada por la edad y el deterioro físico, mientras se engrandecía su figura moral. Sus últimos meses, crucificado con Cristo en la cruz  y unido por la comunión con todos los enfermos del mundo, han sido el preludio de una fecunda pascua. Como escribiera el cardenal Joseph Ratzinger, con su vida y testimonio, Juan Pablo II nos legó en los diez últimos años de su vida la más bella de sus encíclicas: la del sufrimiento y la cruz aceptados por amor al Señor y en solidaridad con todos los que sufren, desde la conciencia de su deber de Supremo Pastor vivida heroicamente.

Y desde este amor apasionado e incondicional a Jesucristo, brotó en plenitud el amor al prójimo. Y así fue el Papa de los jóvenes, de las familias, de los pobres, de los derechos humanos, el Papa de los viajes, de los récords, de los documentos… Todo como una ofrenda en totalidad y radicalidad de su persona y de los demás recibidos para servir a los demás y ser testigo del amor y de la gloria de Dios.



martes, 22 de abril de 2014

¡NO SEAMOS INDIFERENTES AL DOLOR DE NUESTROS HERMANOS!


Cardenal Maradiaga: Debemos luchar contra la indiferencia

Documento: Descubre el Mensaje de Pascua del presidente de Caritas Internationalis: Desde el desierto hasta la vida etern

Cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga

© James Alcock / Caritas Australia
Hay ocasiones en la vida en las que nos encontramos perdidos en el desierto y lejos de casa. En esos momentos nos sentimos asustados, que nadie nos quiere y como si nuestro sufrimiento no se fuera a acabar nunca.
 
Si miramos a nuestro alrededor, vemos a gente que está cruzando el desierto, literalmente: como los refugiados de Siria; los desplazados o amenazados por grupos y milicias armadas, en la Republica Centroafricana; los migrantes desesperados que intentan cruzar las tierras yermas entre México y Estados Unidos, etc.
 
La esperanza es lo que mayormente nos empuja a nuestro viaje. Es la que nos asegura que saldremos del desierto para ver la luz de otro día. Nunca hemos de perder la esperanza, como dice el Papa Francisco: “Nunca dejen que nadie les robe la esperanza”.
 
Tras un largo periodo en el desierto, que es la Cuaresma, llegamos a la Pascua de Resurrección: que es la victoria de la vida sobre la muerte. Es la victoria de Jesús sobre la opresión.
 
“Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos” (Jn.15,13). Se nos ha hecho una gran promesa de una vida nueva, pero necesitamos coraje, para abrazar a Jesús y seguir sus huellas.
 
Cuando oímos hablar de la muerte y el sufrimiento que afligen a nuestroshermanos y hermanas, hemos de luchar contra la indiferencia.
 
Cuando abrimos nuestro corazones a otras personas que sufren, nos exponemos a la gracia transformadora. ¿Nos atrevemos a abrir nuestros corazones a la humanidad, con todo su dolor, sufrimiento e imperfección? ¿Nos atrevemos a ser un ejemplo vivo de caritas?
 
Vamos a entrar en un periodo de gran gozo. La celebración de la Resurrección del Jesucristo nos saca de nuestro desierto y nos pone en el camino de la esperanza y la vida eternal.

domingo, 20 de abril de 2014

¡JESÚS HA RESUCITADO! QUE SEAMOS TESTIGOS DE SU RESURRECCIÓN.


INSTÓ A LOS CONGREGADOS A VOLVER  A GALILEA , A LA EXPERIENCIA  DEL ENCUENTRO PERSONAL  CON JESUCRISTO

El Papa pide a los fieles llevar a Cristo a todos los extremos de la Tierra

El papa Francisco presidió hoy la solemne Vigilia Pascual, una de las liturgias más antiguas dela Iglesia Católica, en la que bautizó a diez personas de diferentes países y en la que, durantesu homilía, invitó a los fieles a llevar «el fuego» de Cristo a todos los extremos de la Tierra.
   

Vigilia Pascual: ¿Cuál es mi Galilea? ¿Dónde está mi Galilea? ¿La recuerdo? ¿La he olvidado?

El Evangelio de la resurrección de Jesucristo comienza con el ir de las mujeres hacia el sepulcro, temprano en la mañana del día después del sábado. Se dirigen a la tumba, para honrar el cuerpo del Señor, pero la encuentran abierta y vacía. Un ángel poderoso les dice: «Vosotras no temáis» (Mt 28,5), y les manda llevar la noticia a los discípulos: «Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea» (v. 7). Las mujeres se marcharon a toda prisa y, durante el camino, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán» (v. 10).

Después de la muerte del Maestro, los discípulos se habían dispersado; su fe se deshizo, todo parecía que había terminado, derrumbadas las certezas, muertas las esperanzas. Pero entonces, aquel anuncio de las mujeres, aunque increíble, se presentó como un rayo de luz en la oscuridad.

La noticia se difundió: Jesús ha resucitado, como había dicho… Y también el mandato de ir a Galilea; las mujeres lo habían oído por dos veces, primero del ángel, después de Jesús mismo: «Que vayan a Galilea; allí me verán». Galilea es el lugar de la primera llamada, donde todo empezó. Volver allí, volver al lugar de la primera llamada. Jesús pasó por la orilla del lago, mientras los pescadores estaban arreglando las redes. Los llamó, y ellos lo dejaron todo y lo siguieron (cf. Mt 4,18-22).

Volver a Galilea quiere decir releer todo a partir de la cruz y de la victoria. Releer todo: la predicación, los milagros, la nueva comunidad, los entusiasmos y las defecciones, hasta la traición; releer todo a partir del final, que es un nuevo comienzo, de este acto supremo de amor.

También para cada uno de nosotros hay una «Galilea» en el comienzo del camino con Jesús. «Ir a Galilea» tiene un significado bonito, significa para nosotros redescubrir nuestro bautismo como fuente viva, sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana. Volver a Galilea significa sobre todo volver allí, a ese punto incandescente en que la gracia de Dios me tocó al comienzo del camino. Con esta chispa puedo encender el fuego para el hoy, para cada día, y llevar calor y luz a mishermanos y hermanas. Con esta chispa se enciende una alegría humilde, una alegría que no ofende el dolor y la desesperación, una alegría buena y serena.

En la vida del cristiano, después del bautismo, hay también una «Galilea» más existencial: la experiencia del encuentro personal con Jesucristo, que me ha llamado a seguirlo y participar en su misión. En este sentido, volver a Galilea significa custodiar en el corazón la memoria viva de esta llamada, cuando Jesús pasó por mi camino, me miró con misericordia, me pidió de seguirlo; recuperar la memoria de aquel momento en el que sus ojos se cruzaron con los míos, el momento en que me hizo sentir que me amaba.

Hoy, en esta noche, cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿Cuál es mi Galilea? ¿Dónde está mi Galilea? ¿La recuerdo? ¿La he olvidado? He andado por caminos y senderos que me la han hecho olvidar. Señor, ayúdame: dime cuál es mi Galilea; sabes, yo quiero volver allí para encontrarte y dejarme abrazar por tu misericordia.

El evangelio de Pascua es claro: es necesario volver allí, para ver a Jesús resucitado, y convertirse en testigos de su resurrección. No es un volver atrás, no es una nostalgia. Es volver al primer amor, para recibir el fuego que Jesús ha encendido en el mundo, y llevarlo a todos, a todos los extremos de la tierra.

«Galilea de los gentiles» (Mt 4,15; Is 8,23): horizonte del Resucitado, horizonte de la Iglesia; deseo intenso de encuentro… ¡Pongámonos en camino!

viernes, 18 de abril de 2014

EL PAPA FRANCISCO NOS RECUERDA EL DÍA DE JUEVES SANTO, QUE TENEMOS QUE SER SERVIDORES LOS UNOS DE LOS OTROS.



El Papa lava los pies de los discapacitados

Francisco se arrodilla y lava los pies de doce apóstoles del sufrimiento

"La única herencia que nos ha dejado Jesús es ser servidores los unos de los otros"

"Él es Dios, y se ha hecho siervo, servidor nuestro, un trabajo de esclavos, de siervos

 Fue un momento intenso, un gesto impecable, escandaloso en la época de Jesús, y aun hoy: un Papa arrodillado ante doce apóstoles del sufrimiento, la enfermedad y la postración, lavándoles los pies como antes sólo hacían los esclavos. Un Papa cansado, que había de ser ayudado a levantarse después de cada rodilla en tierra. Un hombre que recordó, en una breve e improvisada homilía, que ésta es "la única herencia que nos ha dejado Jesús: ser servidores los unos de los otros, ser servidores en el amor".

Lo hizo en la celebración del Jueves Santo que, por segunda vez en la historia, no tuvo lugar en una basílica vaticana, sino en el centro "Santa María de la Providencia" de la fundación Don Gnocchi.
Francisco no lavó los pies a sacerdotes, obispos o cardenales, sino a doce enfermos mentales, discapacitados, jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, católicos, musulmanes o sin religión. Porque el mandato que Jesús nos deja en el Día del Amor Fraterno no es otro que el de "ser servidores, los unos de los otros", sin importar raza, religión o estado en el que nos encontremos. Una sola familia humana, unida en el amor de Dios hacia todas sus criaturas.
Una breve homilía antes de arrodillarse, sin papeles, vibrando, señalando que, en el Evangelio, "Jesús nos ofrece un gesto de despedida, y nos deja una herencia". "Él es Dios, y se ha hecho siervo, servidor nuestro. Y esta es la herencia: también vosotros tenéis que ser servidores, los unos de los otros".
Jesús, recordó el Papa, se aproxima al final de su trayecto en la tierra. "Y él ha hecho este camino, por amor". "También vosotros debéis ser servidores en el amor. Esta es la herencia que nos ha dejado Jesús".
El gesto de lavar los pies, "un gesto simbólico, lo hacían los esclavos, los siervos, a los comensales.... Porque venían por los caminos polvorientos. Cuando estaban por la casa era necesario lavarse los pies", explicó, con sencillez, Bergoglio.
Y es por ello que "Jesús cumple un gesto, un servicio, un trabajo de esclavos, de siervos. Y eso lo deja como herencia para nosotros. Tenemos que ser servidores los unos de los otros", repitió.
"Y por eso la Iglesia, cuando se conmemora la Última Cena, cuando Jesús instituye la Eucaristía, pone en la ceremonia este gesto de lavar los pies, que nos recuerda que debemos ser siervos los unos de los otros", volvió a explicar. Muchos no lo entenderán, escondidos como se hallan en sus púlpitos y sus cuotas de poder y de ortodoxia. Pero el mensaje es claro, el mismo que dijo Jesús: "ser siervos los unos de los otros".
"Ahora yo haré este gesto, pero todos nosotros, pensemos en los demás, en el amor que Jesús nos dice que tenemos que tener con los demás, y pensemos también cómo podemos servir mejor a estas personas. Porque esto es lo que Jesús ha querido de nosotros", concluyó Francisco, para después arrodillarse, limpiar y besar los pies de doce hombres y mujeres, y mirarles a los ojos, y sonreir. Y recordarnos que lo importante es amar.
Homilia del Santo Padre
Hemos sentido lo que Jesús hizo en la Última Cena. Es un gesto de despedida. Es la herencia que nos deja.
Él es Dios y se hizo siervo, servidor nuestro, y ésta es la herencia. También ustedes deben ser servidores, uno de los otros. Él hizo este camino por amor. También ustedes tienen que amarse y ser servidores en el amor. Ésta es la herencia que nos deja Jesús.
Y hace este gesto de lavar los pies porque es un gesto simbólico: lo hacían los esclavos, los siervos, a los comensales, a la gente que venía al almuerzo o a la cena porque en aquel tiempo las calles eran todas de tierra, y cuando entraban a casa, era necesario lavarse los pies.
Jesús hace un gesto, un trabajo, un servicio de esclavo, de siervo, y esto lo deja como herencia entre nosotros. Nosotros tenemos que ser servidores unos de los otros, y por eso la Iglesia, en el día de hoy cuando se conmemora la Última Cena, cuando Jesús ha instituido la Eucaristía, también hace en la ceremonia este gesto de lavar los pies, que nos recuerda que nosotros debemos ser siervos unos de otros.
Ahora yo haré este gesto, pero todos nosotros, en nuestro corazón, pensemos en los otros, y pensemos en el amor que Jesús nos dice que tenemos que tener con los otros; y pensemos también cómo podemos servirles mejor, a las otras personas, porque así Jesús lo quiso de nosotros.

REENCUENTRO PARA INICIAR UN NUEVO PROYECTO LAICAL MISIONERO.

De pie: Marta, María Nora, Delia, Astrid, Grazia, Juliana María,  Rolo, Nancy, Yoly, Tervy.
Sentadas: Estelita, María Elena, Soledad.
El domingo 13 de Abril, fue el  primer encuentro de este año de los laicos de la Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús.

Era grande la alegría que experimentábamos al irnos encontrando unos con otros y poder abrazarnos y demostrarnos ese gran cariño  y amistad que crece entre nosotros, a pesar de estar todo este tiempo sin vernos. 

Y además este encuentros tenía la peculariedad de que incorporábamos al  grupo a siete nuevos miembros que durante el pasado año habían estado asitiendo al grupo de Amigos de la Compañía... Y también nos sorprendió la llegada inesperada de Yoly y Tervy, que habían participado cuatro años antes y por distintos motivos habían dejado de asistir, aunque su corazón nunca nos olvidó.
Astrid explicando la importancia del Jueves Santo


El Espíritu Santo nos iluminó a través de nuestras hermana Juliana María para profundizar en el paso que este año queremos dar, de no ser un GRUPO, sino pasar a ser UNA COMUNIDAD LAICAL... y es hermoso ver lo que supone el ser comunidad, y los retos que se nos presentan para poderlo vivir. 

Tomamos conciencia de que Jesús es el centro de nuestra comunidad y que por El somos todos llamados a vivir el carisma de la Compañía Misionera desde nuestra vocación laical y comprometidos desde la realidad que cada uno estamos inmersos.

Nuestro tema central fue Semana Santa, que nos lo introdujo Juliana María, haciéndonos reflexionar sobre el sentido que el Domingo de Ramos tiene en nuestra vida concreta y como hoy acogemos a Jesús que llega a nuestro corazón y como poder vivir estos días mas plenamente.

Estela explicando el significado del Viernes Santo


Astrid nos introdujo en la vivencia del JUEVES SANTO, explicándonos los  acontecimientos centrales de esta fiesta: El lavado de los pies,  que con ello Jesús quiere manifestarnos que está entre nosotros como el que sirve, no como el Señor. Y la Institución de la Eucaristía que expresa la entrega total de Jesús.  Y el gran mandamiento del amor "Les doy un mandamiento nuevo, que se amen unos a otros como Yo les he amado"

La reflexión sobre el VIERNES SANTO estuvo a cargo de Estelita, que nos ayudó a profundizar en el sentido de la Pasión y  Muerte de Jesús  y como hoy nosotros tenemos que cargar nuestra cruz y ser solidarios para ayudar a los demás a llevarla.


Grazia compartiendo su experiencia de vida

La experiencia del resucitado nos llenó de alegría y  esperanza, impulsándonos a ser MISIONEROS anunciadores de la Buena Noticia de que CRISTO VIVE Y ESTÁ EN MEDIO DE NOSOTROS.

Al terminar esta reflexión pasamos a presentarnos y compartir lo que para cada uno de nosotros significaba el inicio de esta nueva comunidad y el compromiso que desea asumir a lo largo de este año.




La oración comunitaria la hicimos en la capilla, que estaba decorada de forma muy sugerente con una foto de nuestra fundadora,  la Madre Pilar Navarro, para recordarnos que el carisma de la Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús, está también  en nuestras manos y  tenemos que cuidarlo como laicos de forma especial.




En la oración comunitaria junto con todas las hermanas, tuvimos la celebración de acogida de los nuevos miembros a nuestra comunidad laical... Fue una oración muy emotiva, compartida plenamente por todos y  muy misionera.

La entrega de la luz a cada una de las laicas, se realizó a través de cada hermana
sintiéndo que compartimos el mismo carisma. 
Las hermanas con la comunidad laical.






Y terminando nuestra oración pasamos a compartir una merienda  en la que vamos estrechando lazos de fraternidad, amistad, cariño y deseos de lograr una verdadera comunidad laical.










¡FELICES PASCUAS! 
QUE  SEAMOS TESTIGOS DE LA RESURRECCIÓN.











martes, 15 de abril de 2014

DEJEMOS A DIOS QUE NOS REGALE TODO SU AMOR.



Yo le había pedido a Dios poder para ser amado...  y me he encontrado con el amor para no necesitar ser poderoso.

Yo le había pedido a Dios la salud para hacer grandes cosas...  y me he encontrado con la enfermedad para hacerme grande.

Yo le había pedido la riqueza para ser feliz... y me he encontrado con la felicidad para poder vivir la pobreza.

Yo le había pedido a Dios leyes para dominar a los otros...  y me he encontrado con la libertad para liberarlos.

Yo le había pedido a Dios admiradores para estar rodeado de gente...  y me he encontrado amigos para no estar solo.

Yo le había pedido a Dios ideas para convencer...  y me he encontrado espacio para convivir.

Yo le había pedido dinero para comprar cosas... y me he encontrado personas para compartir mi dinero.

Yo le había pedido milagros para creer... y él me ha dado fe para hacer milagros.

Yo le había pedido una religión para ganarme el cielo...  y él sólo me ha dado su Hijo para acompañarme por la tierra.

Yo le había pedido todo para gozar en la vida... y él me ha dado la vida para que goce de todo.

Yo le había pedido ser un dios... y él sólo pudo hacerme un hombre.

domingo, 13 de abril de 2014

ENCUENTRO FELIZ DE LOS JÓVENES, PARA VIVIR UNA PASCUA MISIONERA


El domingo 6 de Abril reanudamos nuestras JORNADAS MISIONERAS, con la finalidad de ayudar a los jóvenes a discernir su vocación y ayudarles a que vivan una PASCUA MISIONERA, CONOCIENDO  más a Jesús y podamos  ser MISIONEROS DEL REINO.

Yanira dirigiendo una dinámica de presentación
Nuestro corazón se iba llenando de alegría al irnos encontrando nuevamente y con algunos jóvenes por primera vez, para vivir esta jornada llena de sentido para cada uno de nosotros.


Milagros en la dinàmica.










Yanira Oria,   nos hizo alguna dinámica de presentación, que nos ayudaron  a conocernos un poco más y compartir  lo que esperábamos de esta jornada.

Juliana María explicando el sentido de la Semana Santa.

Seguidamente Juliana María nos dio una visión de lo que proximamente íbamos a vivir en la Semana Santa, que nos ayudó a comprender mejor el verdadero sentido de esa Semana.

La explicación del domingo de Ramos nos la dio Yeni Robles,  recordando la entrada de Jesús en
El grupo en  el patio inciando la procesión
Jerusalén y como el pueblo le aclamaba. Deseando  vivir este momento de forma más real, hicimos una  procesión desde el  patio de la casa hasta el salón, cantando alabaré, alabaré a mi Señor. Previamente  en un papel habíamos escrito una oración que queríamos a través de ella alabar al Señor y decirle lo que había en nuestro corazón, igual que aquel domingo el pueblo aclamaba  al Señor.

Al llegar al salón nos encontramos con la sorpresa de que estaba ambientado para poder vivir el Jueves Santo, el Viernes y el Domingo de Resurrección de forma más plena.
Yanira, Karen, Milagros y Lester explicando el Jueves Santo


Yanira, Milagros, Karen y Lester de la Catequesis Familiar nos explicaron lo que sucedió en aquel día del  JUEVES SANTO: en el lavatorio de los pies, se  nos manifiesta que Jesús  está entre nosotros como el que sirve, no como el Señor. La Institución de la Eucaristía expresa la entrega total de Jesús a través del pan y del vino, y el compromiso de  ser nosotros pan para los demás y vivir el  Mandamiento Nuevo de "Amarnos unos a otros como El nos ha amado".



Después de un diálogo de que significaba para cada uno el Jueves Santo, cantando pasamos a reflexionar sobre el Viernes Santo.
Victor Hugo presenta la reflexión del Viernes Santo.















Para esta reflexión del VIERNES SANTO, nos ayudó Victor Hugo de la Renovación Carismática a revivir la pasión y muerte de Jesús,  contemplando las situaciónes de los crucificados en el mundo y como hoy podemos nosotros ayudar a llevar la cruz de nuestros hermanos.
Juliana María explicando el sentido de la Resurrección


Cambiamos de ambiente y nos encontramos frente a un cuadro del Resucitado y lo que hoy significa en nuestra vida la presencia de Cristo vivo y el llamado que nos hace de  anunciar a los hermanos que CRISTO VIVE Y ESTÁ EN MEDIO DE NOSOTROS.


La oración fue un momento muy especial, en un ambiente de oscuridad solo nos alumbraba  un cirio, recordando a Cristo Luz del Mundo, fuimos pasandonos la Cruz de Cristo y cada uno espontáneamente hicimos nuestra oración de corazón,  encendíamos una vela y así fue que al final el salón se iluminó con las velas de todos nosotros, sintiéndonos llamados a ser  LUZ PARA EL MUNDO.

El grupo en oración

QUE ESTA SEMANA SANTA LA  VIVIMOS CON  INTENSIDAD 
Y EXPERIMENTEMOS  EL AMOR QUE CRISTO NOS TIENE
Y QUE NOS NECESITA A CADA UNO PARA SER MISIONEROS 
 ANUNCIANDO  AL MUNDO ENTERO QUE
¡CRISTO  VIVE Y ESTÁ EN MEDIO DE NOSOTROS!