sábado, 16 de agosto de 2014

JUDIT NOS COMPARTE SU EXPERIENCIA EN LA SELVA DEL PERÚ.

RECUERDOS QUE NUNCA OLVIDARÉ


JUDIT IGUAL SEGURA, nos comparte sus vivencias con las Hermanas de la Compañìa Misionera , en la Comunidad de Huampami (Río Cenepa). Perú.

Hace varias semanas finalizó una de las experiencias más especiales que he vivido hasta el momento.

Decidí emprender el viaje hacia la Misión del Perú con el fin de salir de mis comodidades del día a día y poder saber un poco más lo que es el sacrificio y el darse a los demás sin pedir nada a cambio.

A pesar del nerviosismo que me causaba hacer un viaje a un lugar tan lejano durante tanto tiempo, tenía ganas de vivir la experiencia, de conocer un mundo distinto, enfrentarme a nuevos retos y poder superarlos.

Cuando llegué a Lima las Hermanas de la Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús, de Fiori,  me dieron una cálida bienvenida y después de un par de días en los que pude conocer un poco la ciudad, comenzamos el viaje hacia Huampami.  Durante los 9 días que duró el viaje me gustó conocer distintas zonas del Perú y sus preciosos paisajes, pero sobre todo me encantó conocer a gente como Miriam o las Hermanas de Sta. María de Nieva, con un carisma de servicio a los demás impresionantes, que hacía que tanto ellas como las personas a quien ayudaban fueran felices.

Ahí empecé a ver que, aunque a veces no lo creamos, resulta mucho más gratificante dar a los demás que recibir. Y eso es algo que pude comprobar por mi misma durante las tres semanas que estuve en la comunidad de Huampami, ya que cada vez que colaboraba en las tareas de la casa, íbamos a visitar a un enfermo o entretenía a los niños con juegos y actividades, me sentía contenta y satisfecha de estar aportando mi granito de arena para que los demás estuviesen un poco mejor.

Aprendiendo a jugar con los come-cocos.
Pintando tortugas, mariquitas y caracoles de cartón con acuarelas
En la fiesta de despedida, aprendiendo a saltar a la comba y jugando al Twister
Ya integrada en el turno de cocina preparando tallarines con tomate y atún
También me ha encantado la convivencia que hemos tenido las Hermanas Nuria, Isabel, Denise, Gema, Marta y yo estas semanas, ya que hemos compartido muchos momentos de risas y diversión, de alegrías y sufrimientos, de oración… que nos han hecho estar muy unidas en todo momento y que han hecho que mis días en la comunidad de Huampami hayan sido sorprendentes, ya que me han ofrecido en todo momento lo mejor de cada una de ellas, enseñándome cuanto estaba en sus manos para que estuviera cómoda y para que conociera un poco más la selva de Perú, su gente y sus costumbres.

Marta, Gema, Nuria, Denise, Judit e Isabel en la entrada de la casa

También me siento muy agradecida con todas las personas que he conocido de Huampami, ya que, al igual que las hermanas, han contado conmigo en todo momento y han hecho que realmente me sintiera acogida en su comunidad, casi como una más, pidiéndome incluso que me quedase más tiempo con ellos o que volviera algún día a visitarles de nuevo. 

Con Lizardo aprendiendo a cortar plátanos.
Con Jack cruzando en canoa al otro lado del río para ver la playa y jugar a voley

Con Nuria, Juana y su familia en la chacra para recoger alimentos

Esta experiencia también me ha servido tanto para valorar muchas cosas que antes no apreciaba (como el simple hecho de llegar a tu casa y tener luz y agua siempre que quieres) como a darme cuenta de la gran cantidad de cosas que tenemos y que realmente no nos hacen ninguna falta: los niños, por ejemplo, podían pasar la tarde con un papel y dos lápices de colores y se les veía felices y en cambio los niños de aquí tienen 200 juguetes y siempre quieren más porque les acaban aburriendo.

También he podido ver lo importante que es la familia. Han hecho falta muchos kilómetros de distancia y muchos días sin poder hablar con mis padres y hermanos, pero me he dado cuenta de que tengo que demostrarles más a menudo lo que significan para mí.

Gracias a esta experiencia he podido conocerme un poco mejor y ver que, con la ayuda de Dios, puedo ser capaz de realizar cosas que nunca hubiera imaginado, ya que había momentos en los que pensaba que no sabría desenvolverme bien por la selva, que me costaría adaptarme a las costumbres de allí o que no podría realizar un viaje tan largo yo sola, pero no ha sido así.

En definitiva, me siento muy afortunada de haber podido vivir esta fantástica aventura, llena de momentos que me han enriquecido mucho como persona y que me han permitido conocer unos lugares preciosos y una gente que nunca voy a olvidar.


¡GRACIAS!

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