Una imagen y un poema para este día especial en que queremos recordar a María. La imagen, de
Sieger Koder, S.J., el poema, de Benjamín González Buelta. Ambos dicen mucho y dicen todo. Les invitamos a orar con ello.
MARÍA DE NAZARET
María era joven
pobre y virgen,
en un pueblo
patriarcal.
Campesina de
provincia,
galilea, tierra de
sospecha
para un israelita
de ley.
Cuando María se
miraba
en los ojos de la
aldea,
se veía pequeña,
como toda mujer.
Cuando Dios Amor
contemplaba a
María,
la encontraba
única.
María se
acostumbró a sentir
cómo la mirada de
Dios
se posaba sobre su
rostro,
y aprendió a verse
con los ojos
mismos de Dios.
María se preparaba
así
para lo imposible.
“¿Cómo se hará
esto en mí?”
¿Podría haber una
vida nueva
sin hombre pero no
sin mujer ?
La imposibilidad
de María
era la posibilidad
de Dios.
Toda María era
virginal,
sin interferencias
posesivas,
pura acogida de la
vida
que el Señor de la
historia
quería inaugurar
en la tierra.
Cuando María dijo:
“Hágase en mí
según tu palabra”,
la palabra empezó
a hacerse carne
en sus entrañas,
una existencia
toda ella
venida de lo alto.
Y fue tan acogida
que toda se hizo
de la tierra.
Entonces dijo
María:
“Proclama mi alma
la grandeza del
Señor,
mi espíritu
festeja
a Dios mi
salvador”.
El sí de María
abrió
el abajo de la
historia,
y la humildad de
Dios
entró con toda su
pureza
sin que la más
mínima mella
quebrara sus
perfiles
ni manchara de
inhumano
la novedad de sus
ofertas.
Benjamín González Buelta SJ
El rostro femenino del Reino (Sal Terrae)
No hay comentarios:
Publicar un comentario