Palabras de Monseñor Santiago García de la Rasilla, Obispo de Jaén, al cumplirse el cuarto aniversario del Baguazo
A MI GENTE DEL VICARIATO, EN
EL CUARTO ANIVERSARIO
DE LO SUCEDIDO EN LA ESTACIÓN 6 Y LA CURVA DEL DIABLO.
DE LO SUCEDIDO EN LA ESTACIÓN 6 Y LA CURVA DEL DIABLO.
El día 5 se cumplirán cuatro años del dolor que todos vivimos cuando,
con las primeras luces del día, comenzamos a enterarnos de lo que había
sucedido en la llamada “Curva del diablo” y, un poco más tarde, en Bagua y en
la estación 6 de Petro Perú.
Fueron Días de muerte y
de vida.
Muerte, por todas las
que hubo en un enfrentamiento irracional entre hermanos. Muchas muertes porque
alguien, que no se ha llegado a esclarecer (pero… ¿se ha querido esclarecer?), tomó
decisiones injustificables.
Vida, porque, como pasó
con la muerte y la resurrección Jesús de Nazaret, la pasión de tantos hermanos
hizo conocer al Perú de la costa que en la selva no sólo hay madera, petróleo y
biocombustibles sino personas humanas, hermanos nuestros, que están
identificados con esos territorios; que en ellos, de ellos y con ellos viven
desde mucho antes de que el Estado peruano existiera.
Con este nuevo
conocimiento nació una esperanza. Las comunidades indígenas de la selva, las de
la cordillera, las formadas en la costa con todas las sangres que dan vida al
Perú podrían disfrutar de sus derechos peculiares y, sintiéndose todas
respetadas, contribuir a la paz y al bienestar en la Patria común.
Esta esperanza comenzó a
realizarse pero sigue encontrando escollos. La ley de la consulta, todavía no
plenamente regulada ni aplicada, es sin duda uno de ellos pero, sobre todo, la
aplicación de la justicia a la hora de juzgar las actuaciones de aquellos días
de dolor y la culpabilidad o la inocencia de quienes más directamente
participaron en ellos.
No puede ser que los
únicos culpables se encuentren entre los indígenas y que las autoridades del
gobierno y de la policía de entonces hayan quedado limpios de polvo y paja o a
lo más con una sanción administrativa. No puede ser que los únicos todavía
“encarcelados”, aunque se diga que dos de ellos están con arresto domiciliario,
sean tres indígenas a quienes no les han probado los delitos de los que les
acusan. No puede ser que se pida cadena perpetua o condenas gravísimas para
quienes, según todos los testigos, su único delito fue reclamar unos derechos y
luego tratar de impedir que se derramara sangre inocente en ambos bandos.
No puede ser y no
podemos permitir que aquella esperanza nacida de la muerte, y hoy proclamada
como nombre nuevo de la llamada “Curva del Diablo”, se vea rota en mil pedazos
por intereses turbios o temores inconfesables de quienes tienen algún poder en
la aplicación de la Constitución y de la Ley.
Todavía estamos a tiempo
de reverdecer y devolver la vida a la esperanza. Quienes deben tomar
decisiones, están a tiempo de repensar las suyas y cambiar el rumbo. Los demás
tenemos la obligación de seguir dispuestos a contribuir, en lo que a cada uno
nos toque, con la construcción de la hermandad que nos una. Y los que somos
creyentes tenemos que rezar al Padre nuestro y pedirle que venga su Reino;
nosotros queremos mantenerlo vivo con su ayuda.
Por mi parte les dejo
con la bendición de ese Padre con el que podemos contar.
+
Santiago García de la Rasilla Domínguez
S.J.
4-5 de Junio de 2013
Obispo Vicario Apostólico de S. Francisco Javier
(Jaén, San Ignacio, Condorcanqui)
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