martes, 6 de noviembre de 2012

SOMOS DE DIOS EN LA VIDA Y EN LA MUERTE

Hoy celebramos en la Compañía Misionera la fiesta de NUESTRAS HERMANAS QUE YA PASARON A LA CASA DEL PADRE.
Son religiosas-misioneras que han dejado huella, en la Iglesia,  por la forma en que amaron, acariciaron, hablaron y actuaron en las distintas misiones dónde ellas vivieron y fueron enterradas.

Han sido mujeres,  capaces  de dejar TODO por seguir a JESUS y dejar que, desde dentro, brotase con fuerza el torrente del Evangelio. Gente de carne y hueso. No han sido   perfectas, tuvieron  virtudes y defectos. Lo que marca la diferencia es que, en algún momento, se dejaron seducir por Jesús y su buena noticia y se pusieron disponibles para SER MISIONERAS DEL AMOR.

EN LA VIDA Y EN LA MUERTE SOMOS DE DIOS


GRACIAS HERMANAS POR TODO LO QUE USTEDES
 NOS HAN REGALADO



AL ATARDECER DE LA VIDA

Al atardecer de la vida
me examinarán del amor.


Si ofrecí mi pan al hambriento,
si al sediento di de beber,
si mis manos fueron sus manos,
si en mi hogar le quise acoger.

Al atardecer de la vida

me examinarán del amor.

Si ayudé a los necesitados,
si en el pobre he visto al Señor,
si los tristes y los enfermos
me encontraron en su dolor.

Al atardecer de la vida
me examinarán del amor.

Aunque hablara miles de lenguas,
si no tengo amor nada soy.
Aunque realizara milagros,
si no tengo amor nada soy.

Al atardecer de la vida
me examinarán del amor.

Venid, benditos de mi Padre,
tuve hambre y me dieron de comer,
estaba solo y me acompañaron,
estaba triste y me alegraron,
estaba feliz y sonrieron  conmigo.
Venid, benditos de mi Padre.

Al atardecer, de la vida
me examinarán del amor.

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