Astrid Montagne, misionera laica de la Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús, nos comparte su experiencia en la misión de Jeberos.
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Astrid con su hijo Sergio en el aeropuerto. |
Después de tres veces que he estado en la misión de Jeberos, tenia mucha ilusión de pasar la Semana Santa con la Comunidad. Organice este viaje para finales de marzo para poder vivir alli la Pascua. Grande fue mi alegría cuándo mi hijo Sergio, el único que tengo, quiso conocer la misión que yo llevo tan en el corazón y tantas veces hablo de ella con él, la familia y mis amistades.
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Vista panorámica de la selva |
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Hna. Bertha nos espera en el salón del aeropuerto de Jeberos. |
El día 26 de Marzo nos embarcamos hacia Tarapoto, con una gran alegría en nuestros corazones y al mismo tiempo poniéndonos en manos de Dios, ya que estos viajes a la selva son una incógnita y no se sabe cuándo uno llega.
Felizmente el Señor nos preparó un camino fácil y ese mismo día en avioneta pudimos llegar en la tarde a la misión de Jeberos, que normalmente por carretera y río se tardan tres o cuatro días.
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Admiremos la obra del Señor en nuestra selva |
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Quebrada del Rumiaco. |
Esta misión esta a cargo de las hermanas religiosas de la Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesus: Carmina, Sylvia, Angelica, Carmen y Bertha. El sacerdote solo visita esta misión dos veces al año en Pascua de Resurrección y de Navidad.
Este año hemos tenido la alegría de tener al P.Vicente, un sacerdote joven, español muy profundo, sencillo y cercano. Normalmente él está en Yurimaguas llevando la pastoral de las cárceles.
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Entrada al Templo el Domingo de Ramos |
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Astrid y Sergio en la Iglesia con un grupito de niños el Domingo de Ramos |
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Templo de la misión de Jeberos |
Sergio solo pudo estar en la misión unos días por motivo de su trabajo, pero fueron suficientes para conocer un poco a la gente, visitar algún enfermo, participar de la oración comunitaria y en la celebración del Domingo de Ramos con procesión incluida. También pudo con las hermanas y hermanos de la comunidad compartir su experiencia de vida como laico hermano de Emaús, que les llegó muy dentro al ver a un padre de familia con esposa y tres hijas ser un misionero tan entregado a Jesús y entusiasmado por ser SU testigo.
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Hna. Sylvia y Astrid preparando la oración comunitaria. |
Para mi esta Semana Santa ha sido muy especial, diferente y de admiración al poder descubrir el gran trabajo que han hecho nuestras hermanas misioneras a lo largo de estos 44 años que tienen en la misión y como han preparado a los hermanos para que ellos dirijan los cantos, la liturgía, etc... Fue una semana de muchísimo trabajo, pero que valió la pena por su contenido.
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Este niño shawi Brayanlei, está esperando puedan operarle de labio leporiono |
Esta experiencia me ayuda a abrir cada día mas el corazón y los ojos para agradecer al Señor por todo lo que me da y al mismo tiempo ser consciente que en nuestro país hay muchísimas necesidades no cubiertas por el Estado y mi admiración crece por todas las hermanas misioneras, especialmente por las extranjeras, que se han atrevido hace mas de 50 años a dejar ABSOLUTAMENTE TODO, para dedicarse a transmitir el AMOR DE JESÚS a los más olvidados, ayudando a que este pueblo shawi tenga más libertad y dignidad.
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Astrid con los niños en la Vigilia Pascual |
Después de esta experiencia, me sale solo dar gracias a Dios por el regalo de la vocación y al mismo tiempo pedir para que muchos jóvenes escuchen el llamado del Señor y puedan surgir muchas vocaciones misioneras para el mundo entero.
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