Merece la pena contemplar un poco
esta imagen, acercarnos al gesto escandaloso de Jesús hacia sus discípulos en
el día de Jueves Santo. Solo un esclavo o una mujer podía lavar los pies; el
esclavo por obligación (a su amo), la mujer por amor (a sus hijos o esposo). Jesús se hace esclavo para elevar la
dignidad del esclavo, de todos los hombres y mujeres, ponerlos a su mismo
nivel.
Pedro no soporta el gesto, no
puede aceptar la cruz, y se muestra su mano que la rechaza, pero con la otra
abraza a Jesús. Pedro no comprende; ya comprenderá. Es necesario que el maestro
muera para que comprenda y aprenda.
El rostro de Jesús aparece en el
agua sucia, símbolo de nuestro pecado, nuestra agua sucia. Ahí encontramos a
Jesús, como en el pozo de la samaritana, en nuestra propia agua. Nos espera.
Quiere compartir nuestro dolor ahí y liberarnos ahí. Ese es nuestro Dios.
Jesús, enroscado sobre sí mismo,
ya no puede abajarse más, y el gesto es un abrazo, es ternura, es amor hasta el
extremo. Se ha despojado del manto, de su vida, para tomar la toalla del esclavo,
que ya no dejará, porque no dejará de servir. Esa es su donación hasta el
extremo: da su vida sirviendo.
Y a nosotr@s, discípul@s suy@s,
que decimos que le queremos seguir, nos pide eso mismo: amar hasta el extremo,
perder la vida, dejar nuestro manto y darla en servicio de otr@s.
¡¡FELÍZ DÍA DEL AMOR FRATERNO!!
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